Se tiene confianza en la capacidad del paciente para tomar el control de sus procesos de cambio y superación, evitando colocarlo en un lugar pasivo frente a su situación actual (como simple receptor de información acerca de su condición, pautas a seguir y pronóstico).

• Mejora el nivel de rendimiento, implicación y responsabilidad del paciente sobre su situación actual y su situación deseada.

• Aporta las herramientas necesarias para obtener resultados satisfactorios hacia un equilibrio nutricional óptimo, con base en la alimentación y hábitos de vida saludables.

• Busca y genera el bienestar emocional del paciente, el desarrollo de su confianza personal, el entrenamiento del pensamiento constructivo, la mejora del rendimiento físico y mental, y el equilibrio entre las diferentes áreas de su vida.

• Logra naturalmente la adherencia terapéutica.

El diagnóstico nutricional y la prescripción dietética en sí mismos, aunque brillantes e individualizados, no son suficientes para mantener la adherencia a un tratamiento y presentan un pobre impacto sobre el cambio de hábitos hacia un estilo de vida saludable.

La comprensión profunda del vínculo que cada paciente tiene con los alimentos nos convierte en profesionales capaces de facilitar el logro de sus metas y mantener lo conseguido. Es allí donde el coaching oficia como catalizador de procesos transformacionales maravillosos, que se reflejan en todas las áreas de la vida de nuestros pacientes.

Acompañar al paciente en el descubrimiento de sus propias motivaciones y colaborar en el desarrollo de su capacidad de auto gestión y compromiso, tiñe de magia ésta profesión, convirtiendo la consulta en un espacio que – más allá del asesoramiento – brinda a las personas los recursos adecuados para guiar su vida en la dirección que deseen.