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La Motivación en el Deportista

Feb 19, 2018 | Artículos | 0 Comentarios

La Motivación en el Deportista es uno de los temas fundamentales a tratar en nuestros cursos de Coaching Deportivo. ¿Cuál es la razón o razones que llevan a ciertas personas a invertir gran parte de su tiempo y dedicar grandes esfuerzos a la práctica deportiva? ¿Qué grado de influencia tiene la motivación en el éxito deportivo, y hasta qué punto un deportista puede llegar a su más alto nivel sin la necesaria motivación?

Estas son dos (o tres) preguntas fundamentales que cualquiera que se vincule al deporte, ya sea practicándolo o trabajando con deportistas desde cualquier lugar o rol (Entrenador, Preparador Físico, deportista, Manager, padres en el caso de niños deportistas, etc.) se debería hacer.

Hay diversos motivos por los que una persona practica deporte: diversión, placer, afiliación, deseo de logro, salud, estética, aceptación, necesidad de compensar las cargas del estudio o trabajo, etc. La motivación en el deporte se ha convertido en objeto de interés creciente, intentándose continuamente el desarrollo de estrategias motivacionales que faciliten la intervención en los dos niveles mencionados, tanto si tratamos de aumentar la adherencia a los diferentes programas deportivos, como si pretendemos una óptima preparación físico-mental destinada a alcanzar máximos niveles de rendimiento en la práctica o competencia deportiva.

¿Qué es la motivación y de donde proviene?

Hay muchas definiciones, la que a mi criterio es la más completa es la de LITTMAN (1958):

La motivación se refiere al proceso o condición que puede ser fisiológico o psicológico, innato o adquirido, interno o externo al organismo el cual determina o describe por qué, o respecto a qué, se inicia la conducta, se mantiene, se guía, se selecciona o finaliza; este fenómeno también se refiere al estado por el cual determinada conducta frecuentemente se logra o se desea; también se refiere al hecho de que un individuo aprenderá, recordará u olvidará cierto material de acuerdo con la importancia y el significado que el sujeto le dé a la situación”

Por lo tanto, sería erróneo considerar la motivación, de forma excluyente, como una variable interna de personalidad o como un factor meramente externo. Si la tomamos en exclusiva como una variable interna, estaríamos ignorando, o no valorando lo suficiente, la influencia que tienen las circunstancias del entorno sobre la motivación. Del mismo modo, no se puede considerar absolutamente externa ya que un deportista puede mantener un nivel elevado de motivación a pesar de que las circunstancias del entorno no sean las más adecuadas. Por eso, lo más correcto es considerar la motivación como el producto de la interacción de factores personales internos (Motivación Intrínseca) y externos, ambientales o situacionales (Motivación Extrínseca).

Otro error recurrente es confundir motivación con lo que se denomina arousal (Nivel de activación cerebral). Así, algunos entrenadores intentan activar a sus deportistas antes de una competencia, en el mejor de los casos contándoles una historia de superación personal o de triunfo sobre la adversidad, en el peor de los casos utilizando arengas con gritos, insultos, etc., o inculcándoles miedo, considerando que estos tendrán una repercusión positiva en la motivación, lo cual no sucede en la realidad. Ante esto hay que tener presente que activación y motivación son conceptos diferentes y que no se deben confundir.

Probablemente la mayoría de las personas que sobreviven a una tragedia en condiciones completamente adversas y contra todo pronóstico, lo hacen por motivación. Cuando estas personas cuentan su experiencia (cómo pudieron sobreponerse a la adversidad), a un equipo deportivo, previo a una importante competencia, probablemente logren influir en que el equipo consiga un buen desempeño y resultado. Pero el efecto de esa charla no va a perdurar mucho mas allá de ese encuentro, porque lo que se logró es un aumento del nivel de activación (arousal) y no una influencia permanente en la motivación del deportista, ya que ésta no puede provenir exclusivamente de una experiencia ajena por más positiva que sea.

Trabajar la motivación del deportista es fundamental e imprescindible en la consecución de objetivos o resultados. Es tarea ineludible de los profesores de educación física, de los entrenadores, de los padres, etc. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, la formación en esta materia es escasa. Lo que puede provocar que cualquiera de las personas que acompaña al deportista se deje llevar por sus propias motivaciones o frustraciones, sin tener mucho en cuenta al propio deportista o atleta. Así, en ocasiones, estas personas o profesionales parecen querer inculcar la victoria deportiva a cualquier precio e incluso se abusa de la agresión verbal si ésta no se consigue. Este tipo de conductas, lejos de motivar al deportista, produce un rechazo visceral y un abandono precoz de la actividad deportiva (sobre todo en niños).

Un trabajo correcto de la motivación contribuye a dar valor al propio esfuerzo, la perseverancia y el desarrollo de las propias habilidades como los elementos que pueden facilitar una satisfacción personal. La suerte deja de ser considerada como un factor influyente y lo más importante pasa a ser el propio esfuerzo. Al abandonar el concepto de la victoria como única meta en el deporte, se posibilita la derrota sin consecuencias traumáticas, donde se transforma la definición misma de “derrota” por “resultado adverso”, donde éste se toma como una oportunidad de aprendizaje y de mejora.

Daniel Rodríguez Alfonso

Daniel Rodríguez Alfonso

Coach Personal, Ejecutivo y Deportivo